Vos audita perit; litera scripta manet.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Ellos son reales.
Hace un tiempo, aprendí, que no se olvidan a las personas. No se puede. Siempre, y repito, siempre, llevarás a todas y cada una de las personas que aparezcan en tu vida, en tu corazón. Cuando una persona entra en tu vida, se queda, ahí, y tiene un hueco, puede que grande, puede que pequeño, pero lo tiene, y se quedará ahí, irremplazablemente. Cuando esa persona se va, de tu vida, para no volver jamás, ¿ese hueco se elimina? No. Se queda ahí. Pero, en nuestra memoria, también se queda. Y sí, echaremos de menos a esa persona, y no, no es que ya no queramos a esa persona. Simplemente, aprenderemos a vivir sin ella, remplazandola imaginariamente por otras. Pero, ¿qué voy a decir yo, una niña de trece años, sin conocimiento alguno sobre la vida o el amor? Nada, simplemente relato histrias. Historias interminables de gente, gente real. Gente con problemas, o sin ellos, con cáracteres diferentes. Completamente reales.
Y te vas, y me muero y te pierdes, entre la gente.
Y pensar que cada lágrima, cada llanto, cada grito desperdiciado, fue en bano. Pensar que no hubo más de lo que vivimos, que no habrá más en lo que viviremos. Pensarlo, es simplemente, una pérdida de tiempo más. Pero, me doy cuenta, de que tengo todo el tiempo del mundo. ¿Qué más me da perder el tiempo, si lo pierdo pensando en tí? En realidad, no estoy perdiendolo del todo. Me gusta pensar que lo invierto en tí. Aunque, ya de nada sirven mis esfuerzos. Ya todo se ha perdido. Tantas cosas que pasaron, tantas... que se esfumaron junto con tus palabras y promesas. Antes, no habían despedidas, no habían pañuelos blancos agitados por el viento diciendo adiós desde la ventana del tren. No. Pero lo pasado, ¿donde queda, si ya es pasado? Quedó enmi memoria. Y en la tuya, aunque no lo reconozcas. Y a día de hoy, puedo decir, que ya no estás conmigo, y que, aunque no soy feliz, sí soy afortunada.
Es agua. Tan sólo es agua.
Entre ranas de origami, la lluvia no cesa, y me pregunto ciertos por qués de la existencia.
Puede que sea la soledad lo que me invita a hacerlo, puede que sea banal aburrimiento, puede que sea la humedad en mi pelo, puede que sea la lluvia en el cristal, que hace verlo todo con ojos de personas diferentes. No lo sé, puede que esté lloviendo.
El viento azota los árboles. No, han parado de moverse. No, acaban de volver a agitarse de nuevo. Es un sí y no de la naturaleza. Cielos grises que impiden la vista más allá de lo que se ve, luces de casas, con gente dentro, viendo la televisión, las noticias, sobre el tiempo. Y me cuestiono: ¿qué ocurre? Es agua. Sin agua, no podríamos vivir. ¿Por qué le tenemos miedo al agua, si es aquello que nos hace respirar, correr, vivir, sentir? Me explicaron que el agua es una simple mezla de sustancias, que hacen posible la vida, allá por sexto de primaria. Me asombré bastante, dada mi ignorancia por aquella época. Tan sólo han pasado tres años, y todo ha cambiado mucho. Y mira, puede que sea la meteopatía que me invade, pero hoy, veo las cosas de diferente manera. Veo las cosas, de una forma totalmente distanta a como las suelo ver siempre. ¿Qué ocurre? No puedo salir a la calle. Mis botas carísimas de piel, de marca, se estropearían. Qué pena. Junto a la pobre luz que entra por mi ventana, me imagino la vida de las personas que viven a mi alrededor. Me imagino sus problemas, sus obligaciones sus consternaciones, sus frustraciones. Y me parece divertido. Me divierte imaginarmelo, tanto, como meter las manos en las bolsas de legumbres. Tanto, como mirar hacia atrás, en el cine, para verles las caras a la gente, sus vulgares caras de asombro, asco, miedo, dulzura o de incógnito. Pero, si de una cosa estoy segura, es de que está lloviendo. No lo dudes.
Puede que sea la soledad lo que me invita a hacerlo, puede que sea banal aburrimiento, puede que sea la humedad en mi pelo, puede que sea la lluvia en el cristal, que hace verlo todo con ojos de personas diferentes. No lo sé, puede que esté lloviendo.
El viento azota los árboles. No, han parado de moverse. No, acaban de volver a agitarse de nuevo. Es un sí y no de la naturaleza. Cielos grises que impiden la vista más allá de lo que se ve, luces de casas, con gente dentro, viendo la televisión, las noticias, sobre el tiempo. Y me cuestiono: ¿qué ocurre? Es agua. Sin agua, no podríamos vivir. ¿Por qué le tenemos miedo al agua, si es aquello que nos hace respirar, correr, vivir, sentir? Me explicaron que el agua es una simple mezla de sustancias, que hacen posible la vida, allá por sexto de primaria. Me asombré bastante, dada mi ignorancia por aquella época. Tan sólo han pasado tres años, y todo ha cambiado mucho. Y mira, puede que sea la meteopatía que me invade, pero hoy, veo las cosas de diferente manera. Veo las cosas, de una forma totalmente distanta a como las suelo ver siempre. ¿Qué ocurre? No puedo salir a la calle. Mis botas carísimas de piel, de marca, se estropearían. Qué pena. Junto a la pobre luz que entra por mi ventana, me imagino la vida de las personas que viven a mi alrededor. Me imagino sus problemas, sus obligaciones sus consternaciones, sus frustraciones. Y me parece divertido. Me divierte imaginarmelo, tanto, como meter las manos en las bolsas de legumbres. Tanto, como mirar hacia atrás, en el cine, para verles las caras a la gente, sus vulgares caras de asombro, asco, miedo, dulzura o de incógnito. Pero, si de una cosa estoy segura, es de que está lloviendo. No lo dudes.
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