Vos audita perit; litera scripta manet.

sábado, 30 de abril de 2011

La vida y sus sensaciones. Cada una de ellas, diferente a la anterior y a su situación. Con cada palabra y acento diferente. Cada mirada, y su cosquilleo interno. Cada palabra y la sensación de caer al vacío. La necesidad de cerrar los ojos cada vez que me tocas, y cómo no, querer sonreír cada vez que me miras.
Porque yo soy yo, y mis circunstancias. Y tú eres todo y todo lo que ello conlleva. Cada momento, cada sensación, espontánea.
¿Qué hacer si...? ¿Y si no...?
Es creer que él puso la Luna en el cielo, y que nadie antes la ha pisado, pues contaminaría todos y cada uno de los detalles que hacen que le quiera.
O pensar que cada estrella del firmamento es uno de los besos que me dará. Que cada caricia suya, es obra del vientro que travieso, se cuela por la habitación. Que cada palabra es el Capricho nº 24 de Paganini, y cada sonrisa, el Amanecer de Pier Grint.

sábado, 9 de abril de 2011

Ama y comprenderás.

Él es idiota, él es bipolar, gracioso, cariñoso, infantil, detallista, especial, quejica, borde, imprudente. Aunque a veces cariñoso, alegre, simpático, dulce, olvidadizo, tiene manías que no puedo soportar. No he contado las veces que me ha dicho te quiero, pero sé que son muchas. Ve lo bueno de la vida en donde nadie más lo puede ver. Siempre está ahí, en cada momento, a mi lado. Es la única persona que sabe sacarme de quicio. No me hace falta ser fuerte, él lo es por los dos. No permite que llore, él lo hace por mí. Ni el cristal más fino se asemeja a lo transparente que son sus ojos cuando le miro. Hizo que mis latidos tubiesen sentido y por cada lágrima, él tiene preparada una palabra que la haga secar. Él espera, nunca abandona. Él está ahí, en el momento más insesperado pero necesario. La primera vez que le conocí, fue cuando me enamoré de él. Aunque no lo admita, se preocupa demasiado por todo lo que hago. Soy orgullosa, y él cabezota. Pero si no es con él, ni él es conmigo, que esos latidos se paren, porque ya no tendrían sentido. Que otros le llamen de todas las maneras que existan; raro, precioso, sencillo, difícil, doloroso, verdadero o lamentable. Todas las personas de este planeta lo llamarían de cualquier otra forma, pero siguen pasando los días y sigo sin encontrar la definición exacta de esto... Y no hay nada que se pueda definir mejor.
Es inútil intentar que todos lo comprendan, porque nunca fue necesario definir un sentimiento tan pequeño, pero a la vez tan grande. Sólo hace falta sentirlo. El Dios al que yo amo no me castigará por amar, ni por sentir, ni por hablar, pues él me dio corazón, sentimientos y boca, pues el Dios que yo amo no está escrito, ni hablado, ni alabado. Está en cada casa, esperando un milagro; a tí, sólo a tí. Ama y comprenderás.

domingo, 3 de abril de 2011

Hace mucho tiempo, muchísimo en realidad, me preguntaron qué quería ser de mayor. Estaba en la guardería, y todo el mundo  lo tenía muy claro. En mi clase, por ejemplo, habían cuatro astronautas, dos presidentes, una modelo, cinco vaqueros y tres espías secretos. Yo en cambio, no me decidía. No sabía si decantarme por las mágicas galaxias, la trepidante política, el glamuroso mundo de la moda, y por el misterio del espionaje. Me fui a casa, pensando, muy enfadada, en lo difícil que era el mundo, en lo raro que era todo. Una cosa estaba clara; estaba hecha un lío.
Como ya he dicho, eso fue hace mucho tiempo. Ya lo tengo todo decidido, y, sí, me ha costado un poco decantarme por una opción, pero, yo creo que es la más correcta. Primero, pensé en todos aquellos mocosos que iban conmigo a la guardería, y de qué habría sido de ellos, de si se dedicarían algún día a ser astronautas, presidentes, modelos, vaqueros o espías, y qué pasaría si sus sueños no se cumplían. Pensé también, en si habrían cambiado de opinión, y en qué querrían ser ahora, cuando fueran mayores.
Después, miré a las personas de mi alrededor. Y las observé, no recuerdo si durante mucho, o poco rato, pero las observé. Y me di cuenta.
Ya sé qué quiero ser de mayor; yo misma.

sábado, 2 de abril de 2011

¡Mira tú, cómo aquella película tan infantil me hizo llorar! ¿Y aquel libro que nos mandaron en el colegio que me emocionó? O aquella canción que me recuerda aún a tí.
Que he tropezado con las piedras, me he caído, he llorado, y la herida sanó. Que he pisado los charcos de la calle cuando llovía, y me resfrié esa misma noche. Que una vez, vi un águila por mi ventana, y aquella noche soñé volar.
Son tantas cosas las que componen mi vida... Podría recitar por orden todas y cada una de las cosas que hago en mi día a día, pero no los recuerdos que tengo. Podría decirte la definición exacta de ''Civilización'', o de ''Ácido glúcido'', pero no podría definirte mi vida. Podría decirte cuánto es 2 + 2, pero no cuánto quiero a mi madre, o a mi padre.
Quien me conoce, sabe que me encanta dormir y leer. Que adoro a los animales, y que me encantan los barcos. Quien no me conoce, puede decirte que tengo catorce años, que soy rubia, y que soy una vaga.
Te puedes quedar con la parte que quieras, porque las dos son ciertas, pero nunca nadie me conocerá tanto como yo. Nunca nadie, sabrá tantas cosas como yo sobre mí, ni todos los recuerdos que yo tengo. Nadie sabrá si prefiero ir a Rusia o a Argentina, si prefiero un vídeo o una foto, o si prefiero a Balzac o a Tolstoi.
Lo que la gente algún día, no hoy, ni mañana, sabrá, es que me llamo Lidia, y me encanto.