Vos audita perit; litera scripta manet.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Que me roces tú.

Sentir tus manos. Tus manos rodeandome la cintura, rozándome las pierdas, acariciandome la espalda. Sentirte a tí, cerca. Tu aliento sobre mi, tu cálida voz. El bao de tu boca en mis gafas. Que me roces tú, y nadie más que tú. Que me abraces, sentir como mis músculos entran en calor, como me acelera el corazón, y notar el tuyo en mi pecho. Es, esta sensación, sin duda, la que nadie comprende cuando la explico. Esta tan bella, que haría llorar de emoción y felicidad al más hermitaño. Sabes a cuál me refiero. El que te hagan cosquillas en lugares donde no imaginas, que te besen en el cuello y notar que se te eriza la piel. Que te acaricien el cabello hasta en profundo sueño caer, es pues, precioso hasta el infinito.
Quiero sentir esto, aquí, ahora. Sin más demora pues, ya se hace tarde y no quiero sentirme cual conejito con traje en lugar maravilloso. Y no necesito sufrir más, no, gracias, mi taza estube llena hace rato de té amargo.

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