Vos audita perit; litera scripta manet.

viernes, 25 de marzo de 2011

Este mundo realmente tiene cosas horribles. Políticos corruptos, leyes injustas, incoherencias entre la sociedad, y discriminación por cualquier tipo de gusto, raza o condición sexual. Hay asesinos, violadores, guerras. Atracos, crisis, demasiadas cosas. Desde luego, en ningún lugar estarás seguro y feliz. Estamos todos locos, y quien no esté loco, es que está realmente loco. Es triste ver como las personas se van de tu lado, ver a un ser querido morir, o cortar relación con alguien a quien quieras, pero que las circunstancias y la situación te obligan a hacerlo. Aún así, este mundo, este gran pequeño mundo tiene cosas... cosas increíbles, cosas que unca cambiaría. Porque en este lugar hay cosas que jamás hemos valorado. Hay personas, con ellas hay sonrisas y también lágrimas. Creo, que, aunque no sea Navidad, ni mi cumpleaños, sé cuál quier que sea mi regalo: ser feliz, y gritarle a la vida, que estoy viva, que sí, que sí que siento, y que también padezco. Me enorgullezco de ello. Pasar malos momentos, y buenos. ¿Cómo sino, podríamos valorar los buenos momentos, si no tenemos los malos? Soy feliz, sólo por poder pensar, hablar, imaginar, amar, extrañar y llorar. Por poder tener sueños. También soy feliz por enfadarme, odiar y maldecir. Pues entonces siento lo que siento, y, ¡significa que vivo! Sólo doy gracias por... sonreír o llorar, cada día. Por tener algo que cada uno de nosotros tenemos y que jamás valoramos; sentimientos. Eso que hace moverse al mundo, ya sea por dinero, por amor hacia una persona, da igual. Con sentimientos llegaremos a donde nos propongamos, da igual si por el buen, o mal camino. Llegaremos, si tenemos sueños y sentimientos. Esas sonrisas, esas lágrimas, esos sueños que me quedan por cumplir, esas cosas tan maravillosas que quiero que sigan viviendo, por siempre jamás. En el recuerdo, en la cabeza de alguien, o en este mismo texto, que cada palabra que escriba, se quede aquí, para toda la vida y así jamás perecer.

Jamás una lágrima se podrá pesar, valorar o darle forma, nadie podrá hacerlo, ni siquiera el mismo propietario de la lágrima. Aunque, el peso más fuerte del mundo es el de una lágrima, un pedacito de alma que quiere irse, para aligerar el peso de su propietario.

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