¡Mira tú, cómo aquella película tan infantil me hizo llorar! ¿Y aquel libro que nos mandaron en el colegio que me emocionó? O aquella canción que me recuerda aún a tí.
Que he tropezado con las piedras, me he caído, he llorado, y la herida sanó. Que he pisado los charcos de la calle cuando llovía, y me resfrié esa misma noche. Que una vez, vi un águila por mi ventana, y aquella noche soñé volar.
Son tantas cosas las que componen mi vida... Podría recitar por orden todas y cada una de las cosas que hago en mi día a día, pero no los recuerdos que tengo. Podría decirte la definición exacta de ''Civilización'', o de ''Ácido glúcido'', pero no podría definirte mi vida. Podría decirte cuánto es 2 + 2, pero no cuánto quiero a mi madre, o a mi padre.
Quien me conoce, sabe que me encanta dormir y leer. Que adoro a los animales, y que me encantan los barcos. Quien no me conoce, puede decirte que tengo catorce años, que soy rubia, y que soy una vaga.
Te puedes quedar con la parte que quieras, porque las dos son ciertas, pero nunca nadie me conocerá tanto como yo. Nunca nadie, sabrá tantas cosas como yo sobre mí, ni todos los recuerdos que yo tengo. Nadie sabrá si prefiero ir a Rusia o a Argentina, si prefiero un vídeo o una foto, o si prefiero a Balzac o a Tolstoi.
Lo que la gente algún día, no hoy, ni mañana, sabrá, es que me llamo Lidia, y me encanto.
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