Un adiós. Un adiós que pudo haberse dicho de tantas formas... Un adiós que no fue dicho. Un adiós eterno, sin retornos. Dijimos siempre, y fue un error. Ahora me arrepiento de tantas cosas... Pero no me arrepiento de tantas otras... No me arrepiento de haberte dicho te quiero, ni tampoco de haberte oído hablar por primera vez. ¿Tu voz? Es horrible, créeme, no me gusta, pero por el simple hecho de que salga de tu garganta, de tu faringe, hace que sea tan hermosa... Oírte tararear canciones que nunca había escuchado jamás, es algo simplemente precioso, digno de celebración.
Pero no. Todo eso se acabó. Cada una de las lágrimas que derramo, contienen cada uno de los momentos que vivimos. Cada palabra, cada suspiro. Cada risa y cada lloro. Son lágrimas. Lágrimas del corazón. Me da vergüenza admitir que alguna vez te quise, me da vergüenza haberte susurrado cosas mientras te reías.
Siento que muero por dentro, que cada célula es un pinchazo más, que cada gota de sangre es otro puñal más que quitarme. Respirar, hoy, es un infierno. Parpadear, sentir, no son más que palabras, pues ya no siento nada. Tal vez, un vacío interior, que tus palabras llenaron ni llenarán nunca. Me hiciste una promesa, que no cumplirás jamás, una única promesa que lo significó todo. Implicó que levantarme cada mañana, fuera una nueva aventura. Implicó que viera la vida mucho más simple.
Cada día, tenemos mil oportunidades de morir. Pero la vida tan sólo nos brinda una única oportunidad; la de vivir.
Quiero ser la que no necesite de nadie para ser feliz. Quiero ser yo, tan sólo para mí.
Vos audita perit; litera scripta manet.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Nunca digas nunca, nunca digas siempre.
sábado, 7 de mayo de 2011
Querer, y no poder. Saber que tu oportunidad pasó, y que nadie te ayuda en esta primavera tardía. Que ya nada es posible a su lado, y que todo se vino abajo. Que cada latido es como el vibrar de un reloj roto, y que cada pensamiento con ese mapa que me se de memoria llamado ''su cara'', es un apuñalamiento más que añadir a la lista de gotas de sangre derramadas.
Pensar una vez más, en que estar a tu lado es posible, y después, volver a la realidad, para llorar, y llorar. Sin más, hoy, más que nunca, necesito los abrazos que tanto extraño de mucha gente que ya no está, de gente que me abandonó, cuando no estaba preparada. Hoy, más que nunca, extraño las sonrisas que me brindaba la vida cada dos por tres, y, que no supe aprovechar.
Hoy, más que nunca, necesito esa droga que me administrabas, poco a poco, pero constantemente, llamada cariño y tal vez, un poco de amor, que de repente, dejaste de darme, tal vez porque se te acabó la mercancía, o porque ya no querías compartirla conmigo.
Quiero decirte, que eres el humo de mi cigarro, y el gas de mi coca-cola. El rumor de las olas de este mar que hemos construido, o las palabras subrayadas de ese libro que nunca me leí, que nunca acabé.
Que me encanta la manera en la que ríes, en la que lloras, en la que te sonrojas cada vez que te digo te quiero, la forma imperfecta en la que hablas, o los cariñosos y afectivos abrazos que me regalas, cada día, en cada momento, porque siempre están ahi, y no se escapan, nunca.
Hoy, quiero decirte, con más ganas y más convencida que nunca,
que te quiero como a nadie jamás.
Pensar una vez más, en que estar a tu lado es posible, y después, volver a la realidad, para llorar, y llorar. Sin más, hoy, más que nunca, necesito los abrazos que tanto extraño de mucha gente que ya no está, de gente que me abandonó, cuando no estaba preparada. Hoy, más que nunca, extraño las sonrisas que me brindaba la vida cada dos por tres, y, que no supe aprovechar.
Hoy, más que nunca, necesito esa droga que me administrabas, poco a poco, pero constantemente, llamada cariño y tal vez, un poco de amor, que de repente, dejaste de darme, tal vez porque se te acabó la mercancía, o porque ya no querías compartirla conmigo.
Quiero decirte, que eres el humo de mi cigarro, y el gas de mi coca-cola. El rumor de las olas de este mar que hemos construido, o las palabras subrayadas de ese libro que nunca me leí, que nunca acabé.
Que me encanta la manera en la que ríes, en la que lloras, en la que te sonrojas cada vez que te digo te quiero, la forma imperfecta en la que hablas, o los cariñosos y afectivos abrazos que me regalas, cada día, en cada momento, porque siempre están ahi, y no se escapan, nunca.
Hoy, quiero decirte, con más ganas y más convencida que nunca,
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