Vos audita perit; litera scripta manet.

martes, 20 de septiembre de 2011

Suspiros.

Creo que la segunda vez que quise besarte, fue cuando suspiraste. Tus suspiros, ¿te has parado a pensarlo? Son callados, y ruidosos a la vez, calmados pero agitados. Es un grito en silencio, una llamada de atención sumisa.
Tus suspiros.
Me acuerdo que antes de suspirar sonreíste, y después, me miraste. En ese momento no supe lo que un suspiro podía hacer, no sabía que un suspiro podía atardecerme el corazón, o anamorarme el alma. No sabía ver la belleza del momento o la fealdad en los ojos.
 Tus suspiros otra vez.
Si  me hubieran dicho que un suspiro podía gritar, ¡me hubiera reído! Hoy me lo creo, como si me lo dictase algún libro sagrado. Ahora que ya no entiendo el por qué de tantas cosas, paradójicamente, todo se ha vuelto más claro, más sencillo, y después...
suspiros.
¿Qué más puedo pedirle a la vida , que un suspiro tuyo? Lo demás es codicia de la más vulgar, tus suspiros son lo que más ansío buscar en la delicadeza del alma. Tal vez fue eso lo que, por segunda vez, me enamoró de ti.
De la primera, no me acuerdo. Me emborrachaste de miradas, y solo recuerdo algunos besos volados y rumores que el viento me contó.
Es extraño no recordar el momento más feliz de tu vida, pero, sin embargo, saber que está ahí, y que no se mueve de tu mente.
He rozado tus recuerdos, y yo estoy ahí, igual que tu estás aquí. Ahora , soy parte de ti. Qué linda expresión; ser parte de alguien. Como si fueras su alma, su cuerpo, su mente, un poquito de cada, tal vez.

Ahora que soy parte de ti, y tu eres parte de mi, seamos uno, no malgastemos espacio.

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