Me dijo hola, y entonces todo paró. No entiendo cómo, pero de repente yo lo vi todo más lento, y me dio tiempo a pensar mucho más en mis posibilidades. ¿Por qué me habrá saludado? ¿Por qué habrá dicho ''hola'', y no ''buenos días''? ¿Por qué no simplemente habrá sonreído, o algo por el estilo? Y lo más inquietante, ¿por qué me dijo hola... a mí?
Me empecé a imaginar mil cosas. En lo lindo que debía ser dormir (y despertar) a su lado. En si alguna vez me llegaría a comer -a besos, siempre-. En si lograría llegar a retirarme el pelo de la cara. En lo dulce que sería encontrarme con él aleatoriamente en algún lugar.
Me dijo hola y en un quinto de segundo yo ya había pensado todo eso (pensarás que estoy loca, pero tal vez sólo sea una tonta más). Se me acababa el tiempo, y yo no sabía que hacer, aunque, finalmente, y horas después de aquella conversación que no pude acabar, llegué a una conclusión.
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